Nada más desagradable que resfriarse en verano... y justamente eso, un maldito resfrío de verano, es lo que por estos días se ha llevado lejos a mi ánimo, mi concentración, mi creatividad e incluso mi capacidad de respirar con la boca cerrada por más de un minuto, cosa que se ve bastante ridícula por lo demás. Vale la pena agregar tambien que todo eso, va armoniosamente acompañado de una tos de perro interminable, ojos chicos y un aire medio fantasmagórico, en resumen, BELLA
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Por eso que mis mejores aliados en estos tiempos de crisis bronquial, aparte del limón, el Paracetamol y los litros de agua que me he tomado hasta llegar al enguatamiento, son las cajas de pañuelos desechables. Las adoro, juro que muchas veces vi películas de mina, en las que la pobre despechada lloraba en la cama, con una de esas cajas al lado, de la que salían papelitos como por arte de magia, y pensaba "Uh, yo también quiero una de esas", ok puede que el contexto sea diferente, mi cara penosa es de agripada y no de despecho, pero eso de andar con la cajita de colores por toda la casa, me entretiene y es mucho más glamoroso que usar un rollo de papel confort ultra aspero que se desarma entero cuando se cae y que deja la nariz como Rodolfo el Reno. En estos días, no suelto mi caja y hasta que no se me pase el estado lamentable, creo que va a ser mi compañera ideal, a la que no voy a dejar de lado, salvo para ir nuevamente a hacerme un te con limón o comprar la botella número 10 de agua mineral.